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Sara Astiazarán: la monja que encendió la lucha colectiva

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A comienzos de los años sesenta, en Córdoba, una moto se detiene frente al convento de las Carmelitas Descalzas. La conduce un obrero de las caleras de Malagueño. Busca a la hermana Sara Astiazarán, monja y enfermera. Un compañero está enfermo —los pulmones, probablemente. Ella se pone los pantalones y sube a la moto sin dudar.

Ese gesto, más preocupado por los otros que por las formas, define a Sara Astiazarán. Hoy, su historia es el centro del corto documental que Católicas por el Derecho a Decidir Argentina (CDD), el Sindicato de Personal de Casas de Familia (SinPeCaF) de Córdoba y el Museo de Antropologías (FFyH-UNC) presentaron el 30 de mayo.


Sara, de la Iglesia a la lucha sindical

Sara nació en Curuzú Cuatiá, un pueblo de la provincia de Corrientes, y más tarde ingresó a la Orden de las Carmelitas, donde se formó como enfermera. En su labor pastoral, se dedicó a atender a los obreros de la cal que trabajaban en condiciones extremadamente precarias. Fue allí que despertó su convicción en la lucha por la justicia social y los derechos de las y los trabajadores. 

—Ella es la expresión femenina más importante de una corriente dentro de la Iglesia que siguió los lineamientos de la Teología de la Liberación —dice Dinora Gebennini, militante social y política, en el documental.

La historia de Sara no es casualidad, fue parte de un movimiento más amplio. Después del Concilio Vaticano II en 1959, la Iglesia Católica atravesaba un período de renovación. En ese momento, algunos sectores abandonaron los espacios eclesiásticos para vivir en los barrios junto a las clases populares. 

Este movimiento generó la reacción de los sectores conservadores dentro de la Iglesia. Y Sara también vivió las consecuencias: su apoyo a los obreros la puso en la mira de los dueños de las caleras y del Arzobispado de Córdoba.

Después de muchas conversaciones con Monseñor Angelelli, en 1964 abandonó la Órden de las Carmelitas y se convirtió en laica consagrada. Es decir, dejó de pertenecer a la estructura eclesiástica, pero mantuvo sus votos de castidad, pobreza y obediencia. 

Se desempeñó como trabajadora de casas particulares en Barrio Parque Vélez Sarsfield. En las paradas del colectivo, cuando todas estaban volviendo de la jornada laboral, se acercó a otras trabajadoras, charló con ellas sobre las condiciones precarias y las injusticias arraigadas en ese sector. 



En 1967 fundó, junto a otras trabajadoras, el Sindicato de Personal de Casas de Familia (SinPeCaF). En tiempos en los que el sindicalismo era un territorio de hombres, ellas dieron la batalla por sus derechos laborales.

—Era una dirigente y una dirigente combativa, además —recuerda Dinora. Si bien las mujeres sindicalistas de la época han sido invisibilizadas, Sara participaba en las discusiones de la lucha obrera. 

La leyenda dice que fue ella quien desempató la votación para llevar a cabo el paro activo con movilización que dio lugar al Cordobazo, una de las rebeliones populares más importantes de la Argentina. No hay registros que lo confirmen. Pero el mito insiste. Y, como todo mito, dice algo verdadero: que Sara estuvo ahí. Que no fue una espectadora. Que su fe no la alejó del mundo: la arrojó de lleno a él.



Ejercitar una memoria agradecida 

¿Por qué hacer este corto documental ahora? Para Natalia Rodríguez, perteneciente al Área de Diálogo Ecuménico e Interreligioso de CDD, se trata de construir una memoria agradecida a las referentas que encendieron las luchas de nuestro presente. “Contemplar el pasado para visualizar un mejor futuro”, dice. 

En un momento de retroceso en materia de derechos, de aumento de la violencia en el discurso público, este documental llama a “pensar en esa parte de la Iglesia que acompaña las luchas sociales, que se siente interpelada por las injusticias, que busca la justicia social, que se organiza junto con las personas”, sostiene Natalia. Frente al conservadurismo, recuperar la historia de Sara es un símbolo de resistencia.  

El corto documental “Sara Astiazarán: La monja que encendió la lucha colectiva” forma parte del ciclo Santas Desobedientes organizado por Católicas por el Derecho a Decidir desde el 2024. La primera edición estuvo dedicada a Mama Antula (la primera Santa argentina), y la segunda a Mercedes “Mecha” Gómez, Alieda Verhoeven, Guillermina Hagen Montes de Oca y otras. Sara se une a ellas esta vez en formato documental, para reflexionar sobre los vínculos entre trabajo, fe, compromiso y justicia social.

―Este artículo fue producido en alianza con Católicas por el Derecho a Decidir



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