Acción Feminista en la Danza (AFD) es una organización que intenta generar espacios de debate y visibilización sobre las problemáticas de género dentro del ámbito de la danza. Surgió en marzo del 2020 en pleno aislamiento social, preventivo y obligatorio, y desde la virtualidad fueron promoviendo diversas acciones. En el marco del Día Internacional de la Danza conversamos con Macarena Francinella (25) intérprete y bailarina; Francisca Zabala (23) intérprete y bailarina, Olivia Lasalvia (23) artista, y Florencia Sardo (25) bailarina, sus principales activistas, sobre cuáles son las violencias que atraviesan a la danza en particular, la importancia de la construcción de un protocolo y cómo pueden aportar los feminismos para repensar las prácticas.
¿Qué las motorizó a crear Acción Feminista en la Danza (AFD)?
Olivia Lasalvia: Acción nace desde la urgencia que sentíamos de empezar a hablar sobre las violencias con las que convivimos en la danza. Después de muchos años de moverme en los circuitos dancísticos y de presenciar y escuchar toda clase de situaciones de violencia machista, llegué a sentir mucha impotencia y hartazgo. Ese fue un punto en común que nos sirvió de motor para empezar a pensar en la idea de hacer algo. En las primeras reuniones virtuales hablábamos mucho de la importancia del debate y la pregunta, y la urgencia de que, como comunidad, cuestionemos y conversemos sobre las problemáticas que nos atraviesan y, sobre todo, entender que la violencia patriarcal nos toca muy de cerca.
Macarena Francinella: Nos convocó la necesidad de organizarnos y generar espacios de debate, de intercambio, de reflexión. Nos conocíamos de antes, habíamos compartido espacios de clases y el hecho de conocer a las mismas personas y lugares te permite compartir experiencias y darte cuenta de que hay una incomodidad que también es compartida. Lo primero que pensamos fue en armar un protocolo y después, nos dimos cuenta de que eso no era lo que más nos convocaba, porque a medida que nos reuníamos y hablábamos, entendíamos que el protocolo era necesario pero que no alcanzaba.
Francisca Zabala: Además, lo que nos pasaba con el protocolo es que, de repente, es para cuando suceden situaciones violentas, pero no para la prevención, que es donde hay mucho más para trabajar. Nos empezó a interpelar más esa falta de espacio que nos hacía pensar “me está pasando esto y no sé con quién lo puedo hablar”. Esa ignorancia de no conocer lugares a los que acudir y que proteja a las personas de la danza.
¿Cuáles son las violencias que atraviesan a la danza en particular?
Francisca Zabala: Principalmente, la violencia verbal. Hay algo muy naturalizado sobre la obediencia en la danza y que al asistir a una clase se acepta que el maestrx tiene la verdad y el alumnx no, por lo que lxs docentes están habilitadxs a decir cómo se puede o no hacer algo o cómo se tiene que ser para poder bailar.
Florencia Sardo: Lo que más me hace ruido es el lenguaje, la forma de decir las cosas en los espacios de aprendizaje y el contacto físico innecesario por parte de profesores y alumnos varones. Estas fueron las primeras situaciones en las que me empecé a plantear que deberían ser de otra forma, que deberían preguntarse y no darse por sentado. Además, a veces es fuerte ponerle este nombre, pero hay mucha violencia psicológica adentro de los salones de baile. Hay mucha exposición, humillación y comentarios sobre los cuerpos, la mayoría de nosotras ha experimentado situaciones donde maestrxs te dicen que tu cuerpo es gordo, que tendrías que haber empezado a los cinco años, donde te exponen en clase y se ríen si algo no te sale. Hay algo muy común que es hablar de los “cuerpos con condiciones”, que son aquellos que son aplaudidos porque tienen las posibilidades de hacer determinadas posiciones. Lo peligroso es que después las personas intentamos levantar la pierna y nos terminamos lastimando por no saber cómo se hace y porque queremos llegar a eso que se muestra como virtuoso y que es aplaudido, y esto es completamente cotidiano.
Olivia Lasalvia: El universo de la danza, o del arte, es un reflejo de la sociedad y como en todo circuito pequeño, las mismas violencias que atravesamos por fuera se replican dentro. Algo muy gráfico que vivimos como bailarinxs es que laburamos con nuestro cuerpo, entonces, la violencia muchas veces se hace carne de una forma muy brutal. La presión sobre el cuerpo, la exigencia, el contacto no consentido, los comentarios de más, el espejo, son cosas que todxs lxs que nos formamos en danza vivimos sí o sí.
¿Qué espacios consideran que hacen falta?
Macarena Francinella: Lo que más hace falta es formación para quienes enseñan, porque es muy común que lxs bailarines den clase y, si bien eso está bien, también es peligroso porque para enseñar no alcanza, solamente, con ser bailarín.
Florencia Sardo: Suele suceder que se separa lo que implica bailar de lo humano y se juega con que en los espacios de danza se enseña a baila como si eso no repercutiera en otros aspectos y como si no se estuvieran enseñando otras cosas. No es solo pasar una coreografía, es el cómo, que es justamente lo que está atravesado por un montón de lógicas violentas.
Francisca Zabala: También faltan espacios abiertos donde se pueda compartir, charlar, debatir, intercambiar experiencias del ambiente de la danza.
¿Cómo creen que pueden aportar los feminismos a estas problemáticas?
Olivia Lasalvia: El feminismo es una herramienta fundamental para comenzar a poner en jaque todo el sentido común que tenemos como bailarinxs, trabajadorxs, intérpretes y personas. Hay que volver más amables los espacios de estudio y lograr que sean seguros. Las jerarquías en la danza, la idealización de los grandes maestros genera relaciones desiguales, de abuso de poder y a su vez, muchísima complicidad. Por otro lado, es muy importante replantearnos los roles de género y el binarismo que se vive y se impone en los espacios de danza. Todavía tenemos una industria comercial que nos contrata únicamente si cumplimos con un estereotipo determinado.
Macarena Francinella: Encontrar espacios, maestrxs, compañerxs que se vinculan de otras formas para bailar hace que una piense que otras prácticas son posibles. Lo complejo es que hay dos opciones muy marcadas: están los espacios super inclusivxs donde se preguntan todo y solo se juntan y reúnen entre ellxs, lo cual tiene mucho sentido porque son espacios agradables para estar donde no te llevas ningún disgusto y la pasas bien; pero, por otro lado, están los espacios más masivos que no se enteran de nada de lo que sucede porque las personas no se cruzan. Nosotras somos de cruzarnos mucho de un lugar a otro y tratamos de acercar las experiencias porque apostamos a lo colectivo.
¿Qué acciones hicieron en este tiempo?
Florencia Sardo: Empezamos con encuestas anónimas para alumnxs y trabajadorxs de la danza para ver cuáles eran las cuestiones más urgentes y cuáles había que empezar a visibilizar. A raíz de eso fue que armamos las instancias de conversatorios sobre gordo-odio, racismo y problemáticas de género en la danza con diversxs activistas como Jimena Carol (@la.pichi), modelo y activista gorda; Melisa Perelmuter (@melimuter), coreógrafa, bailarina, profesora y productora audiovisual; Beltrán (@beltran_h), gordo, marica, fluidx, performer, gogodancer, modelo XL y activista; y con Helena Pereira, una militante antirracista y comunicadora.
Macarena Francinella: Lo más impresionante de los formularios fue cuando vimos los gráficos de respuesta y leías la pregunta a la que hacían referencia y era super chocante. ¿Cómo puede ser que hubieran más comentarios negativos que positivos sobre un espacio de clase y nadie hiciera nada?
Francisca Zabala: Preguntamos si alguna vez les hicieron comentarios sin su consentimiento sobre su cuerpo en clase y el 78 por ciento contestó que sí; y de 182 personas, 123 se sintieron incómodas por contactos físicos en la clase.
Macarena Francinella: En noviembre hicimos una movilización federal a raíz del intento de femicidio que hubo en el estudio El Club de Danza. La organización fue un trabajo de hormiga de mensajes y convocatorias a compañeras en distintos puntos del país. Por otro lado, tuvimos un encuentro virtual articulado con Abofem Argentina en torno a las violencias machistas que atraviesan las prácticas artísticas y culturales y sobre la precarización laboral en la danza como una problemática vinculada al género.
Olivia Lasalvia: La última actividad fue el 4 de abril que hicimos una asamblea virtual convocando a organizaciones, representantes y participantes activos del sector a debatir. Hablamos de la necesidad de aplicar educación sexual integral y de la formación de lxs docentes de danza; y también debatimos sobre las situaciones de personas procesadas por cargos de violencias que siguen ocupando lugares tanto en la docencia como en la dirección de compañías.
¿Qué tienen en vistas hacia el futuro desde AFD?
Olivia Lasalvia: Estamos trabajando y articulando con distintas organizaciones como El Movimiento Federal de Danza, Conexion Urbana y Queen of Queens. Nos interesa unir intereses y trabajar en conjunto. A su vez, de la primera asamblea surgió la posibilidad de armar una biblioteca virtual que contenga material de formación y, además, armar un listado de espacios recomendados y seguros donde compartamos experiencias y podamos facilitar otras posibilidades. La idea es continuar generando espacios de conversación para acercarnos entre artistas y tener un ida y vuelta constante que nos permita a todes estar al tanto de las urgencias que nos convocan como sector. Por último, estamos trabajando en un protocolo de acción y prevención de situaciones de violencias junto con Conexión Urbana, Queens of Queens y Tametzona; el proyecto está en curso y en la primera etapa de trabajo, es algo que entendemos que además de tiempo nos llevará mucho esfuerzo y paciencia. Vamos a ir comunicando los avances y el progreso en nuestras redes, en eventos, en charlas y en todas las actividades propuestas para que toda la comunidad esté al tanto. Este 29 de abril vamos a estar presentes en las mesas de trabajo organizadas por el Frente de Emergencia en la Danza e invitamos a todxs a que participen.