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Violencia obstétrica en el Hospital de Morón: una denuncia colectiva

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Celeste, Karen, Laura, I., Daiana y Patricia sufrieron violencia obstétrica en el Hospital de Morón. Cuatro de sus hijes murieron al momento de su nacimiento o sufrieron secuelas graves. Hoy las une el pedido de justicia y en ese camino que llevan recorrido hace cinco años, se acompañan y luchan por respuestas. Sus historias en particular ocurrieron entre 2016 y 2019, aunque este hospital cuenta con una larga data de trato deshumanizado y cruel al momento del trabajo de parto, el parto, e incluso con posterioridad a la muerte de sus hijes. 

Amparo Saiz es doula feminista y militante, junto con otras organizaciones acompaña esta denuncia colectiva. Actualmente forma parte del colectivo Guardianas FloreSeremos, un espacio de doulas donde la mayoría se ha formado en la escuela Guardianas del Origen. Allí, la cosmovisión las unió a partir de la perspectiva feminista compartida para pregonar una visión interseccional y de clase.

“En este hospital la violencia es ejercida desde hace décadas y la mayoría de quienes fueron testigos decidieron callar por diversos motivos: algunas como doulas partícipes de voluntariados que no quieren 'mezclar' el feminismo con el trabajo de una doula y eligen no exponer a médicos y médicas que han ejercido violencia; otras, víctimas de esa violencia que lo hacen por desconocimiento o por ver que las denuncias no prosperan y el camino es agotador”, explica Saiz en entrevista con Feminacida. Y agrega: “Pudimos notar que en este caso en particular, la denuncia no se tomaba porque la mayoría de estas mujeres viven en condiciones humildes, trabajan en servicios de limpieza que además están tercerizados y vimos con claridad que no iban a tener 'prensa'. Decidimos acompañarlas porque sabemos que no existen canales efectivos de denuncia para la violencia obstétrica”.

La violencia gineco-obstétrica es aquella que se ejerce sobre las mujeres y personas con útero en el sistema de salud al momento de  la  consulta ginecológica, en el  acompañamiento en la gestación, la  asistencia al parto y/o al puerperio inmediato. Pero también al solicitar acceso a la IVE, frente al duelo perinatal cuando se detiene una gestación deseada, al iniciar tratamiento de fertilidad, al hacerse una ecografía, al realizarse un PAP, entre otras. 

Se encuentra tipificada en la Ley N° 26485 de protección integral a las Mujeres, sin embargo, se invisibiliza cada vez que la justicia y los medios masivos de comunicación titulan estos casos bajo el concepto de “mala praxis”. Lo cierto es que es un modo de tortura que ejerce el sistema medico y les profesionales de la salud que se sostiene en el estado de vulnerabilidad en que se encuentran les pacientes. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la violencia obstétrica en cinco tipos, que sirven para operacionalizar aquella definición legal: intervenciones y medicalización innecesarias y de rutina (sobre la madre o el/la bebé); maltrato, humillaciones y agresión verbal o física; falta de insumos, instalaciones inadecuadas; ejercicios de residentes y practicantes sin la autorización de la madre con información completa, verdadera y suficiente; y discriminación por razones culturales, económicas, religiosas, étnicas.

Estos seis casos ocurridos en el Hospital de Morón se denunciaron en fiscalía y en muchos órganos administrativos tales como la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG) que existe desde 2011, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), la Defensoría del Pueblo de la Nación, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, el Ministerio de Salud de la Provincia, entre tantos otros. Recién en 2020, durante la gestión del intendente Lucas Ghi y con la intervención de Mónica Macha, diputada nacional por el Frente de Todos y oriunda de Morón, el municipio inició un sumario administrativo por siete casos. 

Durante la intendencia del exjefe comunal de Cambiemos, Ramiro Tagliaferro, las denuncias nunca fueron escuchadas. Lo que sí sucedió fue que la jefa del servicio de Tocoginecología las denunció por amenazas, por calumnias e injurias e impuso una restricción de acercamiento a 300 metros del Hospital a partir de que las denunciantes fueran a exigir sus historias clínicas negadas. Mientras tanto debían gestionar, de la peor manera, la entrega de los cuerpos de sus bebés fallecidos. Además, avalando la denuncia de la médica, al Servicio de Obstetricia del hospital se le concedió protección policial. “No podían moverse dentro de su propia comunidad. Estas mujeres son del territorio, pertenecen a ese barrio y estaban siendo criminalizadas”, remarca Saiz. 

Durante 2021, más de 30 testigos dieron su testimonio en la causa: familiares, mujeres internadas y víctimas en la misma época, doulas voluntarias, personal del hospital. Hay más denuncias, pero no están añadidas a la presente. Por esto, las organizaciones acompañantes en el último 8M alzaron la bandera que visibiliza la violencia obstétrica y ginecobstétrica bajo el lema Violencia obstétrica es violencia sexual. En marzo llevaron sus pedidos al Congreso Nacional con una enorme columna que las acompañó.

Este 17 de mayo se llevó adelante la primera Marcha Nacional Contra la Violencia Gineco-obstétrica, en el marco de la Semana Mundial del Parto Respetado donde acompañaron más de 40 organizaciones que participan de la temática. Celeste, una de las denunciantes, estuvo allí: “Fue un día muy importante. Es crucial para nosotras la visibilización porque las mujeres tienen que saber que existe una Ley de Parto Respetado y que debemos hacerla valer”. 



"Pedimos canales de denuncia efectivos para que las víctimas puedan denunciar. También mecanismos de sanción para erradicar la violencia obstétrica. Tenemos confianza en que esto llegue a su fin, pero ya no podemos soportar más demoras”, exige Celeste. Ya llevan tres años desde la apertura del sumario administrativo que aún no tiene resolución. La Ley N° 25929 sobre Parto Humanizado establece que la violencia obstétrica es un hecho grave con fines sancionatorios. “No somos punitivistas, pero luchamos contra la impunidad y esto merece sanción. Un justicia restaurativa es necesaria para que tenga un sentido denunciar”, enfatiza por su parte Amparo Saiz.

En un comunicado oficial de la cuenta Gestar justicia, parir derechos, creada para la difusión de las denuncias, redactaron con claridad: "Exigimos la pronta resolución del sumario administrativo, una pared en el Hospital para llevar adelante un mural homenaje a sus hijes, una placa con sus nombres. También un espacio de encuentro y asesoramiento, para que las mujeres que acudan puedan recibir información sobre derechos adquiridos para prevenir y erradicar la violencia en los partos y los nacimientos, poder realizar campañas de concientización sobre violencia obstétrica y ejercicio de derechos, y la inmediata separación de la directora de Obstetricia de su cargo".



Cargar de belleza al dolor

Del grupo de doulas feministas de la organización Guardianas FloreSeremos, participa la muralista Valeria Orfino. Junto con las madres denunciantes a quienes acompañan, ante el deseo de plasmar sus historias, comenzaron a gestar juntas el arte que reflejará sus historias. Este domingo 21 de mayo, se reunirán en una jornada abierta a la comunidad, en una pared frente al cementerio donde descansan algunos de los bebés fallecidos.

“Cuando les preguntamos qué querían que mostrara el mural ellas nos hablaron de los lugares donde encuentran hoy a sus hijes. Y en esas imágenes aparecieron las mariposas y los ángeles, las plumas blancas. Esto en sintonía con la impronta de la artista. Tomamos a esta obra como capital cultural simbólico, como la recuperación de un ritual que tiene que ver con la creación, con gestar”, detalla Saiz quien también colaboró, como artista, en el diseño de esta obra. 

“El domingo, a modo de ritual, estaremos todas allí plasmando lo único identitario que tenemos de nuestros bebés y que, a su vez, compartimos, que son las huellas de sus pies. Esa huella digital que se les toma al momento de nacer”, relata Celeste y concluye: “Queremos que toda la comunidad vea nuestra historia, que integren a nuestros hijes a la comunidad, queremos darles vida de esta manera”.


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