—Me soñé minera antes que mujer.
Carlita nació en Río Turbio, Santa Cruz, con un sueño: ser minera. Pero, para la época, trabajar en una mina iba por un lado y ser mujer por otro. No existía tal cosa como una “mujer minera”: se era minero o no se era. Los roles estaban estrictamente repartidos entre varones, y las pocas mujeres que accedían al espacio lo hacían en tareas administrativas. La mera presencia femenina en la mina era vista como una amenaza de derrumbe, según el mito que relataba la historia de una mujer que entró fuera de la fiesta de Santa Bárbara y generó un derrumbe en la mina.
Los sueños son fantasías que exigen esfuerzo, pienso mientras veo a Carli arrodillada ante la virgen de Santa Bárbara. Esta patrona de los mineros fue martirizada por su padre por convertirse al cristianismo, y su historia se asoció con los peligros de la pólvora y las explosiones. Pero en el caso de Carlita, no hizo falta pólvora para volverse santa entre hombres ni provocar una explosión: bastó con ser la primera mujer trans en trabajar en una mina de carbón.
"Miss Carbón", que se estrenó este año, es una coproducción argentino-española y está dirigida por Agustina Macri, conocida por su ópera prima “Soledad" (2018), y está basada en el libro La reina del carbón de Erika Halvorsen (quien escribió el guion junto a Mara Pescio). El filme está inspirado en la historia real de Carlita Rodríguez, la primera mujer trans en Argentina, y el mundo, en trabajar en una Cuenca Carbonífera.
La historia individual que se hace colectiva
Sería reduccionista pensar que "Miss Carbón" narra solo la historia de una mujer que cumple su sueño. Es mucho más que eso: es la historia tanto de una lucha colectiva como de un retrato del activismo travesti-trans en su búsqueda por ocupar espacios.
Carli es echada de su casa antes de cumplir 18 años. Son las travas del “Escorpio” quienes la reciben con un abrazo y una cama caliente en medio de la nieve porque los deseos no se cumplen en soledad: hacen falta otres, otras y otros que sostengan, abracen y te digan después de un día de frustración: vas a poder. En este sentido es, también, una historia de amor entre amigas que construyen un refugio en medio de la nieve. Pero eso no queda ahí, porque no hay historia personal que no sea política y entonces aparece el cruce con la sanción de la Ley 26.743 de Identidad de Género. “Yo quiero que mi documento diga travesti, porque eso es lo que soy”, dice una brillante Romina Escobar (conocida por su protagónico en “Nosotros nunca moriremos, 2020)” en medio del debate previo a la sanción de la ley. Los festejos no tardan en llegar cuando el poroteo final anuncia la sanción de una legislación que supo cambiarle la vida a muchas personas.


Aquí está la resistencia trans
En esa misma Patagonia donde Carli abre camino, la violencia también se cobra nombres. En Río Gallegos —esa ciudad del poder, donde la riqueza extraída de las minas sostiene la economía— fue asesinada Marcela Chocobar, víctima de travesticidio. Marcela tenía 26 años cuando desapareció y su caso expone la contradicción brutal de un territorio que puede producir millones en ganancias mientras niega la vida digna a quienes no encajan en sus moldes. Miss Carbón no ignora ese eco: deja ver como la noticia genera una herida abierta en esa comunidad de travestis y trans patagónicas: “nadie va preso por matar una travesti”, dice una de ellas mientras mira por la ventana.
Son las violencias simbólicas y materiales las que se ven en mayor y menor medida a lo largo de toda la película. Y es Carli quien constantemente enfrenta la burocracia que intenta definirla: —“Usted ahora dice ser mujer, entonces no puede trabajar acá. Sabrá que a las mujeres se les asignan otros puestos”—dice con la voz firme un hombre con anteojos nacarados detrás de un escritorio. La escena expone lo absurdo del sistema que clasifica cuerpos y trabajos según el género. “No pienso en dar respuestas cuando escribo una historia, sino en abrir preguntas”, dice Halvorsen. Y el film las abre todas: ¿Quién decide qué cuerpos pueden habitar ciertos espacios? ¿Quién define qué trabajo es masculino o femenino?
Frente a eso, ella elige seguir. Las risas, las burlas y los castigos no faltan, porque habitar espacios negados nunca es gratis: siempre hay un peaje simbólico, un castigo por irrumpir los pactos sociales implícitos.

El abandono y el encuentro
Carli viste unos jeans y una campera de colores vibrantes: rosa, verde y azul. Carli camina sobre la nieve helada con un paso seguro, como quien sabe a dónde va. Carli golpea, inútilmente, la ventana de su casa para que la dejen entrar, nadie responde.“No le abras”-le indica el padre a su hermana-, “ya se va a cansar y se va a ir”. En ese exilio no son solo las amigas las que están ahí para construir un refugio posible, es la fé, también, la que crea un puente para con el deseo. Carli reza, se encomienda a Santa Bárbara, y a su modo convierte el rito en resistencia. En su devoción hay una búsqueda de amparo, pero también de justicia. El rezo se vuelve una herramienta para enfrentar lo imposible. Una forma de decir: que se me dé.
En esa mezcla de fe, deseo y rebeldía, Carlita se vuelve una santa laica. Una virgen del carbón que, desde la Patagonia profunda, hace temblar las estructuras del machismo y la burocracia. Una mujer minera incluso antes de ser reconocida como mujer. Como decía Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.” Carli lo hizo. Y su chispa sigue encendida en cada mujer que se levanta silenciosamente para ir a trabajar a una mina.
Dónde ver "Miss Carbón"
La película está programada en el Cine Gaumont desde el 16 de octubre. En la cuenta de su productora, Morena Films, pueden verse los días y horarios de la proyección de "Miss Carbón" en salas de todo el país.


