Mi Carrito

Marilina Bertoldi: "La derecha está pisando nuestra existencia"

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Hace un tiempo nos estábamos preguntando quién era esta rockera abiertamente lesbiana que llegó desde los campos santafesinos para llevarse en el 2019 el Gardel de oro. De esos años a esta parte, Marilina Bertoldi se convirtió en una de las voces más irreverentes y necesarias de esta generación, que con “PARA QUIEN TRABAJAS Vol. I”, su quinto disco, demuestra que el contexto social es innegable.

En esta entrevista en exclusiva con Feminacida, la artista nos cuenta cómo fue el proceso de producción del álbum, dónde encuentra el deseo y el éxito, qué siente cada vez que se sube a un escenario y cómo entiende el presente que estamos viviendo: "Ahora no tengo ninguna posibilidad, aunque quisiese, de hacerme la boluda".



—Este año sacaste un nuevo disco después de tres años sin publicar nada, ¿qué desafío conllevó producirlo en estos momentos de un consumo tan frenético?

—Pasó que desde la edición de Mojigata hasta que empecé a pensar en editar de nuevo, me tomé un tiempo para priorizar hacer lo que me gustaba, lo que me parecía a mí divertido y fresco. Porque sentía que sí, que la época me estaba empezando un poquitito a pasar por encima. Sentía que había algo de esa ansiedad que no me correspondía y dije, bueno, pará, me voy a alejar un poquitito, voy a tratar de no aparecer mucho. Así también el ego mismo se ubica en su lugar y se ve no apareciendo en lugares y entendiendo que el mundo sigue igual. Ahí pude componerlo. Y me acuerdo que tuve una charla con Barbi Recanati que me dijo: "Amiga, lo mejor que podés hacer antes de sacar un disco es prepararte para que a nadie le guste". Me preparé para eso, hice el disco que para mí era fresco y que en el contexto sonoro y musical del momento me parecía distinto, me parecía una búsqueda y lo saqué.

—¿Sentiste que mientras eso pasaba podías perder ciertos lugares de los que habías podido apropiarte?

—Es que hay algo del ego metido, por eso lo nombro. Porque hay algo también de estar dando vueltas en todo esto que sin querer te convence de cosas que no son reales. Digo, si uno es referente o no, no sé si tiene un efecto real o amerita que tenga, pero tampoco lo tiene realmente en lo que uno hace. Porque si uno es referente en algún punto por lo que viene haciendo y lo que viene uno haciendo es seguir un instinto muy personal, entonces lo que tenés que seguir haciendo es eso, no ser un referente. Y eso es lo que siento que es uno de los pocos beneficios que tenemos las artistas mujeres, que nunca nos van a adorar tanto y nunca nos van a elogiar lo suficiente como para que nos creamos esto de ser referente. Y es muy positivo eso.

—¿Por qué lo ves positivo? 

—Porque para lo que hacemos creo que está bueno nunca estar en ese lugar. Yo no sé qué haría si todo el mundo me dijera que soy un dios, como le pasa a muchos colegas míos, que lo sé, sé que pasa, que tienen todo ese equipo de reidores y de aduladores, que debes ser hermoso, pero que no me sucede. Porque aparte siento que les gusta cualquier cosa que hagan, se tiran un pedo y de repente es como, "mirá que increíble lo que hizo, no pudo creer, es buenísimo". Y a mí no me pasa y sé que a ninguna mina le pasa, al contrario. Y creo que es muy positivo porque logramos en algún punto ser nosotras mismas. Y nos veo a todas distintas justamente por eso.

—¿Cómo sentís que se construye desde esos márgenes?

—Yo creo que no pertenecer tiene su beneficio. Porque veo muchos artistas que son muy alabados y que son muy parecidos. Que le pones la voz del cantante de tal banda al otro, y es lo mismo, puede ser un tema tranquilamente de esa persona, tanto por el mensaje, tanto por la música. Y sé que son elecciones, pero yo no busco eso. Ese no pertenecer me hace tener que tomar las decisiones de construir algo más personal. Y es también para poder seguir cerca de la gente que me quiere y me está abrazando. Yo me siento rechazada por ese ambiente. Y digo, bueno, soy distinta, esto me hace distinta. Y me parece que es muy importante hoy en día ser distinta, cuando todo se parece. 

—En el disco decís que el trap murió, en alusión a quiénes dicen que es el rock el que está muerto, ¿qué pensás cuando seguís escuchando eso?

—Me pasa que justamente el trap últimamente fue el que tomó esa bandera que se viene pasando de mano en mano, diciendo de que el rock ya murió, que lo vienen diciendo hace 30 años. Entonces dije, es una estupidez que digan esto, ni siquiera quiero ya responder esa pregunta, así que yo también puedo decir una estupidez. El trap murió, listo, yo también lo voy a decir. Si el juego es decir pelotudeces, voy a decir una pelotudez. No tiene ningún tipo de relevancia decir que un género murió, cuando lo estás mencionando está vivo. Las cosas que se mueren no están directamente. Nadie las conoce. Y la verdad es que todo el mundo sabe qué es el rock, saben muy bien, todas las generaciones, todas. Y también pasa que los traperos, siempre que terminan teniendo una banda o cuando tienen que salir a girar, terminan armando un grupo de rock o con músicos que hacen rock que agarran la gira como sesionistas. El rock sostiene muchas cosas, incluso para el pop, y el pop también para el rock. Ya se terminó la época de las divisiones tan claras, así que para mí ya me da risa que digan eso.

—Siento que este disco es tu trabajo más nacional, ¿cómo estás viendo vos la escena en tiempos como estos?

—Yo siento que todo se polarizó. El ambiente mainstream es más mainstream que antes, es mucho más grande también. Y después está todo lo alternativo, que tiene también distintas divisiones de llegadas, de zonas, de estilos. Yo siento que estas son épocas muy jodidas para todos, donde incluso veo que estamos muy afectados por las cuestiones económicas urgentes que requiere la época. Yo siento que antes se estaban desarrollando muchísimos más proyectos, incluso dentro de un montón de otros rubros. Y ahora hay otras urgencias. Sé que siempre existimos, y siempre hemos hecho un montón de cosas con nada, porque presupuestos jamás tuvimos, pero creo que está siendo una época más difícil. Ese es el problema de esta época en muchos términos, que hay urgencias que tienen que ver con sobrevivir, que complican un poco la existencia de algunos proyectos. Pero entremedio siempre hay ganas de seguir haciendo. 



—Como los videos de los temas del álbum que estuvieron saliendo…  

—Sí, totalmente. Porque aparte los hice con muchas personas que quiero y que admiro, así que fue un lujo. Los dos primeros Autoestima y Por Siempre es un Lugar fueron con Gonzalo Alipaz, con el que hice la mayoría de mis videos hasta ahora, que es un gran amigo. Después hice con Malena Pichot El Gordo que fue increíble toda la experiencia: se cargó el video al hombro y consiguió a Dolores Fonzi, consiguió a Canal 7, pensó esa idea espectacular, la llevó adelante. Yo no lo podía creer, era perfecto el tono. Y ahora estoy con otros tres videos: ya estrenamos Siglos, que es parte de una tríada que hicimos con las chicas de La Rata Producciones que son pibas que trabajan mucho con Dum Chica y son bárbaras, hicieron tres videos increíbles. Y ahora, dentro de poco. va a salir De Caza. Y es buenísimo el video, no lo puedo creer. Son pibas muy creativas que la están rompiendo, les tengo mucha fe.

—El disco empieza y cierra con tus sobrinos, ¿cómo te llevas con las infancias? 

—Los amo, me encantan los niños, no los tendría pero me encantan. Siempre que hay reuniones y hay un niño yo termino jugando con el niño. Es el único tipo de humano con el que me comunico bien, siento que puedo hablar de verdad, que puedo decir cosas. Hay algo muy lindo de cómo hablan en ciertas edades, me encanta escucharlos, me gusta preguntarles, me gusta jugar. También hay algo de la curiosidad, es tan sincero y tan lindo como juegan, como dibujan, no hay un prejuicio sobre nada, si juegan mal no importa. Me encantan mis sobrinos, son niños muy salvajes, muy artistas, muy dulces. Creo que se nota un poco en los audios, son dos dulces, los amo mucho, me pone muy feliz haberlos incluido. Espero que el día de mañana no me denuncien por haber usado sus voces pero es lindo tenerlos ahí. 

—Y más allá de lo artístico y lo musical, en lo personal siendo lesbiana, ¿cómo te encuentra este gobierno, este entorno? 

—Muy opuesta, con mucha claridad. Ahora no tengo ninguna posibilidad aunque quisiese, de hacerme la boluda. Porque viste que pasa mucho que hay gente que no dice nada porque sabe que también tiene que seguir cayéndole bien a su público. Entiendo eso porque son otras realidades. Pero a mí me pasa que yo ya estoy tan alterada que no tiene sentido callarme. Es todos los días, es una sensación horrible. Una desesperanza muy grande y angustia, impotencia. Y sobre todo de lo que hablo en el disco, que es este enfrentamiento con el otro, con otros argentinos, otros ciudadanos, con los que de repente me veo hasta paranoica diciendo, ¿quién votó esto? ¿Qué están haciendo? ¿Todos? ¿Todas estas personas son fachas? No puedo creerlo. Siento ganas de decir "sos un tonto, te vendieron una idea y te están cagando a vos también porque estamos los dos en esto", ¿no? Tenemos un mismo enemigo y no soy yo esa persona. Pero les vendieron eso, que me tienen que quitar derechos porque mis derechos los están afectando. Yo siento que nos pusieron a nosotros tan el demonio que a mí no me queda alternativa. De hecho Monstruos, que es uno de los últimos temas que compuse, nació semanas después del triple lesbicidio de Barracas. Habla del miedo, de la desprotección y de la falta total de justicia. Es un momento muy raro… y es mundial. Porque además tiene la cuota de que te rompe el corazón de repente enterarte de noticias en Italia hace poco, en Estados Unidos. Hay unos retrocesos que te duelen porque ya ves al mundo desmoronándose. Estamos todos en un momento y una situación muy particular. Y lo único que podemos hacer es aguantar.

—Siento que igual tenés herramientas para salir un poquito de ahí. Solés decir que sos un personaje arriba del escenario, ¿cuán necesario es para vos construir eso?

—Súper necesario. Subirme y tener ese personaje es algo que se me fue construyendo solo, es lo que me salía hacer, es mi versión de heroína en el escenario. Yo podía ser esa persona que quería ser, era mi momento de soñar, de ser plena, de tener toda la confianza del mundo y ser una villana. Y me empezaba a pasar eso, me subía al escenario y de repente estaba enojada, me sentía enojada. Era una energía que necesitaba sacar. Y lo lindo del personaje es que después lo colgás en el perchero y podés seguir con tu vida, además de que me parece mucho más interesante. Es algo que yo de algún modo soy, pero es más un deseo que otra cosa.



—¿Por eso una cachetada en la tapa del disco?

—Sí, por eso. Es un deseo del cual me río un poco igual. Por eso lo tomo en tono de chiste y de meme. Porque es el deseo de todos los días. Hay veces que siento que la gente se pasa con los límites. Creo que la derecha nos está pisando nuestra vida, nuestra existencia. Y ahí te dan ganas de pegarle una cachetada. Yo antes estaba completamente en contra de la violencia.  Pero a veces fantaseaba con pegarle una cachetada a alguien y decirle: ‘¡Cerra el orto!’ Y entonces me quería reír un poco de esto. Siento que es gracioso que yo esté haciendo esto que antes decía que estaba mal. Y es que la época cambió. Se corrió todo.

—¿Cómo se te ocurrió el título del álbum?

—Es una frase que me resultó como un juego, que a mí me divirtió y la puse. Me pareció interesante porque yo creo que el título resume un poco la época. Yo siento que más que hablar de lo que está pasando acá en Argentina, puedo hablar de lo que está pasando en el mundo entero. Es la época, el momento, que lo siento muy ligado a la productividad, muy del trabajo. Todo se siente como un trabajo: tenés tiempo libre y no haces nada, te sentís poco productiva. Tenés un hobby, pensás cómo lo haces guita. Tenés el celu y te preguntas cómo podés hacer para que tu Instagram llegue a tal persona. Y después tenés un montón de cuestiones que las pensás todo el tiempo: ¿Cuántos likes tiene la foto de tu amiga? ¿Por qué puedo ver la cantidad? Todo está cuantificado, todo es un número, todo se cotiza. Todo tiene un propósito. Y ni hablar de que todo esto pasa en una época que ya te exprimen tanto y te llevan tanto al límite con la economía, que sentís que lo único que haces es sobrevivir. Entonces creo que la palabra trabajar era muy importante para definir a la época, porque todo es un trabajo. Y al principio era una pregunta, ‘¿Para quién trabajas?’ Pero después dije: "Esto está muy respondido, esto es muy claro". Así que quedó ese título, que para mí es un poco más dominante, es como decir vos ya lo sabés. Esto no lo estás haciendo porque te gusta. Esto es para sobrevivir. Alguien te está mandando. Fijate quién está arriba, porque probablemente no sea tu vecino. 

—Sí, tal cual. Tampoco están tus anhelos puestos ahí…

—Totalmente. No pasa por ahí. Es un mandato que bueno lo tenemos, ganaron y ya está. Es lo que está pasando. Está todo pasando por ese lugar y es duro. Es una época difícil para estar en pie porque todo el tiempo te están tironeando.

—Pensando en esto, ¿cómo te proyectás? ¿Dónde entra el deseo en lo que haces?

—Mi foco hace ya muchos años está en estar bien yo, que es algo que me llevó muchísimo tiempo y trabajo. Y mejoré mucho con los años y encontré estabilidad. Yo creo que la línea de foco de mi vida y donde yo me proyecto está muy puesta en algo que no tiene nada que ver con la música. No al menos pública. Sí después yo compongo y toco en mi casa y la paso bomba y es un elemento hermoso de mi día, pero estoy muy enfocada en mi rutina, en mis cosas, en mis vínculos, estoy muy en esa. Yo creo que esos momentos son mis sensaciones de éxito, que son cuando yo realmente puedo disfrutar de cualquier cosa. De que en el día no estuve sentada muchísimas horas o que si estuve adentro y no salí en ningún momento, poder hacerlo. Eso es éxito para mí. Siento que cuando venís de ciertos lugares podés valorar un poquitito más esas cosas. A eso voy: que lo que me pasa con mi carrera ya es para mí una sorpresa enorme, no esperaba esto, ya es un montón. Por eso digo que no sueño con llenar estadios enormes o salir de gira por todos los países del mundo, ya que me esté yendo bien en esta época, es una sorpresa hermosa. Y estoy agradecida, poder enfocarme en eso es suficiente para mí. Mi deseo no pasa por otro lado. 

—Creo que, de alguna manera, esto acompaña también lo que estábamos hablando al principio, de no encarar tu música desde la percepción que va a romperla.   

—Es eso. Además, viste que cuando te rodeas de este círculo de gente que están viviendo las mismas experiencias y que también forma parte de este grupo al que jamás halagan y que jamás lo tienen en cuenta para mencionar vas entendiendo dónde estás. Y me pasa también de ver un poco cómo les va a artistas mundiales como PJ Harvey cuando saca algo nuevo o a St. Vincent cuando vino este año, que suceden cosas parecidas. Porque su show fue increíble. Fue un concierto de rock que yo no vi a nadie hacer, y ese día también tocó Kim Gordon y fue bárbaro. Creo que de esos momentos me queda que con sus puestitos de merch, con sus remeras y sus posters ellas pudieron construir algo hermosos. Que sigan eligiendo tocar en lugares que podes mirarlas a los ojos porque están cerca. Que eso pase está re bueno. Y yo es a lo que sigo apuntando.



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