Hace días se desató una serie de posteos en X de mujeres que testimoniaban haber tenido encuentros con varones que elegían no cuidarse o cometían una de las violencias más normalizadas: el stealthing. El cuidado en la salud sexual pareciera desdibujarse ante tanta batalla dada en materia de Educación Sexual Integral en las aulas y en las instituciones públicas. Si bien hay un punto en común en todas estas historias, no nos podemos quedar con la letra chica: el desmantelamiento estatal y la falta de interpelación hacia los pibes empiezan a concretarse en consecuencias que terminan en descuidos. ¿Estamos fallando en la información que brindamos o son repercusiones de un clima de época?
Diseño de portada: Taiel Dallochio
Tener relaciones sin preservativo es coger a peluche, una idea que va cobrando más valor en los vínculos sexoafectivos y en el humor mediático y juvenil de la época. Sean encuentros espontáneos o no, el método preventivo quedó a un costado para darle prioridad a una presunta idea de mayor placer o de fidelidad con la otra persona. Casi siempre el miedo es “que la mujer no quede embarazada”, con una subestimación de las infecciones de transmisión sexual que se refuerza bajo la frase: “No creo que a mi me pase”.
Sin embargo, es necesario profundizar en esta discusión y situarlas en un contexto que aún nos cuesta definir —pero sí sabemos describir—: aquellos mitos que pensamos haber derribado cobran nuevamente sentido y se expanden sin tapujos ni retrocesos con una cuota de descreimiento total. No por casualidad este clima político y social vacía de sentido el concepto de cuidado y propone las decisiones individuales como prioridad.
“Tengo amigos que no les gusta usar preservativo porque dicen que les aprieta mucho y no se siente lo mismo”, “qué ganas de coger a peluche” y “el peluche es un estilo de vida” son algunas respuestas de los usuarios que proponen no usar los métodos de barrera para sentir mayor placer. En sintonía con el humor de una cultura que descree en los riesgos de infecciones de transmisión sexual y solo enfoca la preocupación en los embarazos no deseados.
¿Por qué en tiempos donde la información está al alcance de un click proliferan estos discursos tan peligrosos? ¿Es una falta de interpelación hacia las juventudes? ¿De qué manera y en qué formato se les está hablando a ellas? ¿Y quiénes? ¿Alcanza con reproducir aquellas campañas clásicas de la década de los 90´ y los 00 ´que generaban miedo con el contagio del SIDA o debemos sumarles otras aristas?
Pertenecer a una generación que vive velozmente las transformaciones tecno digitales y la expansión de la información sin límites nos permite trazar una diferencia al compararlo con los datos reales y los diálogos socializados entre varones: el acceso individualizado e inmediato a cualquier tipo de información oficial y de calidad no garantiza una concreción real en la vida de las personas. ¿Por qué coger a peluche —o no hacerlo— de repente se transformó en un debate masivo en X? Hablar sobre salud sexual desde un lado preventivo sigue siendo tabú, no tan así hablar sobre sexo desde un lado anecdótico o cómico, porque lo que gana siempre es la experiencia o la aventura.
Puedo apostar a que muchos varones no saben cómo colocarse correctamente un profiláctico o desconocen sobre la variedad de riesgos. Según las últimas estadísticas nacionales de Healthcare Foundation (AHF), solo el 17% de los jóvenes utiliza el preservativo siempre en todas sus relaciones sexuales. El dato es alarmante porque da marco a una falencia cultural que aún no hemos sabido saldar.
El término stealthing, que nombra la retirada del preservativo sin que la otra persona se entere, también renació en este debate. Este tipo de prácticas se consideran como un tipo de abuso al someter a la otra persona a un acto sin consentimiento y expuesta a cualquier tipo de riesgo de transmisión. Incluso hace un tiempo ha sido un tema de discusión en la agenda mediática con el objetivo de considerarlo un acto delictivo, aunque no se llegó a ninguna conclusión.
Sumado a eso, la viralización del testimonio del cantante de cumbia, El Villano, también hizo mella. En un video autograbado, relata que se enteró de ser portador de VIH y llama a concientizar al resto de las personas: “Fui al médico por un dolor de panza y porque me veía más flaco y cansado. Me mandaron a hacer análisis y me salió todo bien, pero VIH positivo. No sé quién me contagió ni tampoco a quién contagié”, relató Jonathan Müller.
Automáticamente aparecieron las críticas sobre su declaración y por su falta de control hacia el resto de sus vínculos. Sin embargo, muchas veces los síntomas pueden aparecer tiempo más tarde e incluso pueden confundirse con otro tipo de patologías, lo cual no nos interesa tanto reponer en su actividad sexual, sino en el mensaje hacia su audiencia.
Imponer en la agenda la política del cuidado es difícil en un contexto donde las obligaciones del Estado en torno a la prevención de ITS y entrega de medicamentos y preservativos van siendo desmanteladas. En este sentido, Silvia Ferroni, especialista en Ginecología, Obstetricia y coordinadora de diversas instituciones de salud en la ciudad de La Plata, relata que la entrega de preservativos es un tema que está en tensión constante: “El que envía insumos de anticoncepción a las provincias es el gobierno nacional. En este momento no hay envíos de Nación, por ende las provincias deben salir a cubrir ese rol, pero todos los hospitales tienen para entregar”.
La Ley Nacional de Anticoncepción N° 25.673, que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, indica "prescribir y suministrar los métodos y elementos anticonceptivos que deberán ser de carácter reversible, no abortivos y transitorios, respetando los criterios o convicciones de los destinatarios". Esto dependerá del presupuesto nacional y del cumplimiento de la Ley en convenio con el resto de las provincias y CABA. No obstante, los recortes económicos que se están dando desde el presupuesto nacional impacta de manera directa en la gestión de los métodos preventivos, como así también en la entrega de medicamentos contra el VIH y SIDA.
En enero de este año los recortes de este año llevaron a desmantelar el 40% de trabajadores de la planta de la Dirección de Respuesta al VIH, Hepatitis y Tuberculosis, enmarcado en un achicamiento masivo del Ministerio de Salud. Según el comunicado de RAJAP, la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos, “estas reparticiones no solo se encargaban de adquirir y distribuir los medicamentos y tratamientos para las personas de todo el país, de planificar y ejecutar acciones de prevención, sino que también realizaban estimaciones y estudios sobre las poblaciones más vulnerables, lo que permitía diseñar estrategias masivas de intervención”.
Para Ferroni, “hay demanda de los pacientes porque es el único método de barrera para prevenir infecciones”. También no nos debemos olvidar que la Ley obliga a las prepagas y obras sociales a que distribuyan preservativos a los pacientes que así lo deseen, puede ser a través de una orden médica o a través del reintegro. “La Ley debe garantizar que haya dispenser de preservativos en todas las instituciones públicas, incluso hasta en los boliches”, concluye.
Gestionar la salud sexual es una cuestión que lleva un presupuesto y una planificación económica: los preservativos cada vez son más costosos en el mercado, ni hablar de los preservativos vaginales, siendo un contexto donde la crisis salarial se agudiza cada vez más. ¡Cuál es el panorama que habilita la reivindicación del descuido?
Federico tiene 23 años, hace un tiempo que está soltero y mantiene relaciones sexuales de manera frecuente con mujeres. Para él, siempre el preservativo es un cuidado que se da de manera tácita y que asume la responsabilidad de llevarlos él mismo. “En una relación estable y monogámica de casi dos años consensuas no usar más preservativo, pero teniendo en cuenta otros métodos como las pastillas anticonceptivas”. Es frecuente que todos los años se haga análisis de sangre y de infecciones para controlar su salud, sin embargo no descarta que todos los métodos tienen un porcentaje de falla y para ello debe tomar ciertas precauciones.
“En la comunidad de streamers y en los chistes de Tik Tok ha salido esto estar a peluche, piel a piel, y siento que puede llegar a tener un impacto negativo en su utilización”, comenta. En sus experiencias nunca le pasó de que una mujer le manifieste que no se quiera cuidar, incluso cuenta que el placer es el mismo y que prefiere usarlo para que ambas partes se queden tranquilas.
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La no intervención del Estado, tanto en las escuelas como en las unidades sanitarias, obliga a que los jóvenes busquen la información en otros lados. Para la médica consultada, “falta información y hablarlo en la mesa de las casas. No hablemos de preservativo, vamos a hablar directamente de forro y para qué sirve. El famoso no seas forro, usá forro tiene que ser el lema de cualquier campaña. Es difícil meterlo dentro de la sociedad”.
En el caso de Federico, después de su primera vez, acudió a su padre para preguntarle sobre el uso del preservativo y él no supo qué consejos darle: “Mi viejo me blanqueó que él no sabía utilizar un preservativo porque mi madre tomaba pastillas anticonceptivas y ya. Me dijo que si yo quería aprender, él podía gestionarlo, pero que no estaba capacitado para enseñarme”.
En coincidencia con Ferroni, aún con todo lo que hemos avanzado, instalar el cuidado en los vínculos cuesta. Según los datos del año 2024 arrojados por el Ministerio de Salud, hay una tendencia ascendente de casos desde 2022, llegando a un registro de más de 69 casos cada 100.000 habitantes. En cuanto a la población, se registra que en 2023 la más alta fue la de jóvenes entre 20 y 24 años, seguido por jóvenes de 25 a 29 años. En ambos casos, las personas más afectadas son femeninas.
La ausencia de las políticas de salud no son sin costo alguno. El Estado, en tanto tenga una perspectiva horizontal e integral, es efectiva para la transformación de la vida de las personas porque es necesaria para el estudio de casos, el acercamiento a los sectores marginados y la transversalidad de las clases sociales.
Mientras tanto, lo que nos deja es el conocimiento disparejo y volátil, quedando la tarea en manos de profesionales, familias, escuelas, entidades no gubernamentales que sufren recortes en los subsidios estatales o en medios de comunicación que se encargan de generar campañas efectivas y planificadas para promover el cuidado.
Para Federico y su círculo de amigos, los consejos van más en línea con que es necesaria la protección para la salud, pero también para la planificación familiar: “Somos jóvenes y sé que un hijo modificaría un montón de proyectos que uno tiene para su vida”. En su ámbito privado bromea y concluye: “Sabemos que sin sombrero no hay vaquero”.
