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Julia Dupuy: "Yo soñaba con que exista un Mundial, ahora las más chicas sueñan jugar uno"

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El primer Mundial de futsal femenino, disputado entre el 21 de noviembre y el 7 de diciembre en Filipinas, fue histórico para la disciplina, pero también para el futsal argentino: porque participamos, porque nuestro partido fue el primero del torneo, porque goleamos, y porque quedamos entre los cuatro mejores equipos del mundo.

Con las finales del torneo local en plena disputa y el plantel repartido entre Argentina y Europa, el Mundial todavía resuena en las protagonistas. Desde España, Julia Dupuy —jugadora argentina e integrante del plantel que hizo historia en la Copa del Mundo— celebra un cambio de época: ya no le preguntan por qué el futsal femenino no tiene Mundial, sino cómo fue jugarlo.

“Quedó demostrado el nivel que tenemos y también el margen de mejora. Jugamos una semifinal contra el subcampeón y después hicimos un partidazo contra España; estuvimos muy cerca de las grandes potencias. Y si bien los resultados fueron desfavorables, como jugadoras nos sentimos a la altura”, comentó en exclusiva para Feminacida sobre la presentación de la Selección de Argentina en el primero de la historia de los mundiales.

Si bien empezó a jugar futsal desde muy chica, Julia inició su carrera en un club en la adolescencia. Primero fue San Telmo, luego Boca Juniors —época en la que también jugó fútbol 11—, después tuvo un paso por Sportivo Barracas y más tarde, Racing.

Pero en 2019 dio uno de los saltos más importantes de su carrera al ser fichada por el Olimpus Roma, de Italia. Ese no sólo fue el salto a una de las ligas más competitivas del mundo, también significó una realidad: ser tratada como jugadora profesional. Dupuy reconoce que aquellos años de tanto esfuerzo y sacrificio fueron los que la impulsaron a prepararse para un Mundial que, tarde o temprano, debía anunciarse.

Argentina llegó a la competencia luego de meses de preparación, amistosos y una gira previa por Europa en la que se midió ante Selecciones como Italia y Canadá. Julia reconoció que una de las cosas más importantes fue que el actual staff de entrenadores confió en el proceso: “Es un cuerpo técnico que a nosotras nos vio en la lona, nos agarró sin competir, sin tener amistosos internacionales, con muchas jugadoras de fútbol once, y ellos, Nicolás Noriega, Ailén Habarna, David Torrijo, pelearon por nosotras cuando no había un futuro muy esperanzador. Ellos eran lo que necesitábamos para la situación en la que estábamos y por eso estamos muy agradecidas”.

La deportista marcó el último tanto en la goleada ante Marruecos en el debut, pero además fue una de las pocas jugadoras que estuvo acompañada por su familia en Filipinas: “El partido contra Marruecos fue el que más disfruté. Cuando terminó el partido fui a saludar a mis papás, estaba muy agradecida de que estén ahí, de poder abrazarlos y llorar. Sentí que eso fue la culminación de tanto tiempo, de tanta lucha”.



—Y en lo personal, ¿qué significó ese gol y ese partido?

—Sentí que me vacié como jugadora para estar en el Mundial, fue mucho esfuerzo. Siempre traté de competir en el máximo nivel, con todo lo que eso conlleva, es estar lejos de la familia, tener días buenos y malos, la exigencia física y mental en una liga muy competitiva con jugadoras muy buenas. Cuando uno habla de ser profesional se refiere a eso, va más allá del contrato, es la forma de vivir el deporte y yo sabía que el momento iba a llegar y que tenía que estar preparada para cuando eso pasara.

Pero en esa mirada y en ese retroceso, Julia sabe que no estuvo sola y que fue una deportista afortunada en cierto punto: “En una carrera deportiva, no sólo en el futsal, muchas veces no llegan los mejores sino los que más aguantan. Es difícil, pasan muchas cosas. Las temporadas son muy largas, uno se puede lesionar, puede tener algún problema familiar, problemas económicos, tiene que combinar el laburo con el estudio. Eso hace que sea muy tentador abandonar, y requiere de mucha resiliencia y fortaleza para aguantar y seguir”.



Además fuiste parte de la lucha y de esa campaña que realizaron con la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala, ¿cómo fueron esos años donde te convertiste en referente de las jugadoras argentinas?

—Sinceramente hubiese preferido exponerme menos, creo que a veces es mucho más sencillo esperar a que las cosas pasen, no poner el cuerpo, la voz. A mí me hubiese encantado dedicarme a entrenar esas horas en las que yo tenía que ir a una entrevista o a una radio o a los contactos que hemos tenido con la asociación o con FIFA. Pero a veces, el momento lo convoca uno. Yo sabía que tenía que aprovechar esos minutos para exponer que no había un Mundial y que era una situación totalmente discriminatoria. El objetivo de la campaña que hicimos con la Asociación era que no hubiese persona que no se enterara de que se estaban por jugar diez mundiales masculinos, y que aún no existía ninguno femenino.

¿Qué fue lo que te motivó a permanecer en ese reclamo?

—Yo tenía la convicción de que era justo, era obligatorio que existiera nuestro mundial porque estábamos hablando de una Federación que era responsable de nuestra disciplina. Fue un reclamo que trascendió el mundo del futsal.

Otro terreno ganado son las fechas FIFA, que a partir de 2026 estarán incluidas en el calendario de futsal femenino. Estos partidos amistosos entre Selecciones les darán la posibilidad de tener un proyecto con mayor continuidad y crecimiento a lo largo del tiempo: “Necesitamos seguir enfrentándonos a estas Selecciones, competir, medirnos y ponernos a prueba con estos equipos”, expresó.

El futsal en Argentina crece año tras año de forma exponencial, se nota en las canchas, en la cantidad de niñas que se suman a la actividad, en el público que se acerca a los partidos y en el nivel que demuestran la Primera División y las categorías del ascenso. Actualmente, Julia es jugadora de Penya Esplugues (España), pero nunca dejó de involucrarse con la situación de la disciplina en nuestro país. Por eso se sorprende al ver la cantidad de jugadoras —cada vez más pequeñas— que tienen los Clubes y al ver nuevas categorías inferiores. Pero sobre todo se emociona, al saber que cada día son más las niñas que tendrán su espacio y que podrán soñar con jugar un Mundial.



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