En octubre de 2024 recuerdo haber recibido una respuesta en Twitter con claros tintes LGBTIQ+fóbicos, proveniente de un troll afín al gobierno. Este sujeto ya se había hecho conocido por sus apariciones en La Nación +, medio que no solo promueve el discurso de la derecha radical en Argentina, sino que además ofrece espacios a operadores mediáticos libertarios, como el pseudoperiodista y movilero Tomás Díaz Cueto.
La respuesta en cuestión fue a un tuit mío sobre la Marcha del Orgullo que se aproximaba el 2 de noviembre. En ella, el troll advertía que se trataba de un "rejunte de pedófilos", eco directo del discurso pronunciado por Javier Milei en Davos a comienzos de 2025. Como supuesta prueba, adjuntaba capturas de la portada del libro Cometierra, de Dolores Reyes, y un fragmento extenso de un video de Pablo Martínez, más conocido como Tipito Enojado (¿de qué podría estar enojado un varón cis, supuestamente heterosexual, que goza de todos sus privilegios?). En ese video, Martínez afirmaba que el libro incitaba a la pedofilia y se distribuía en escuelas primarias.
Recuerdo haber leído tuits anteriores del mismo troll que me había respondido y su redacción, con múltiples errores gramaticales y ortográficos, distaba mucho del mensaje articulado y bien escrito que ahora citaba a Cometierra, a la comunidad LGBTIQ+ y a la pedofilia como si formaran parte de un mismo eje. Al ver además involucrado a Tipito Enojado, no me quedaron dudas de que se trataba de una publicación orquestada, parte del engranaje de operaciones digitales de los grupos de tareas paraestatales.
Si tienen el estómago suficiente para tolerar aunque sea cinco minutos de algún video de Pablo Martínez, notarán que todos siguen una misma estructura: comienzan con una consigna cuyo único objetivo es atacar a una persona en particular que representa a algún colectivo o grupo social.
Por ejemplo, cuando me dedicó un video, la excusa fue que yo era “un travesti kirchnerista” (sic) que se había burlado de la muerte de un libertario. A partir de ahí, el desarrollo consistía en armar una verdadera ensalada argumentativa en la que el “lobby LGBT”, con el apoyo del Estado, promovía que las personas se travistan, dejen de valorar la vida y se burlen del asesinato de otras personas. Sí, lo dicen los mismos que se ríen de los golpes a jubilados cada miércoles en las marchas frente al Congreso y que celebran el cierre del Instituto Nacional del Cáncer.

En el caso de Dolores Reyes, la consigna era que esa “kuka del pañuelo verde”, que según él celebraba asesinatos de “niños por nacer”, promovía la pedofilia a través de su novela Cometierra, libro que se distribuía en las escuelas primarias y era material obligatorio para la enseñanza de la ESI.
Cuando leí ese tuit citado por parte de ese troll (un lúmpen ejecutor de un modus operandi al que ya estamos acostumbradas y que he padecido personalmente en varias ocasiones), lo primero que me vino a la mente fue que se trataba del puntapié inicial de un carancheo que duraría varios días y colocaría el tema en agenda.
¿Por qué el inicio de esta opereta comienza con un video de ataque en YouTube? Primero y principal, porque Pablo Martínez es un influencer de la derecha radical que lleva años adoctrinando adolescencias a través de esa plataforma, sostenido por un ejército de bots que inflan artificialmente su canal. Su línea ideológica está en plena sintonía con la de VOX en España y Bolsonaro en Brasil.
En esta llamada "batalla cultural" (término que Agustín Laje tomó prestado de Gramsci, el comunista al que tanto denostan), buscan imponer su ideología por todos los medios posibles: YouTube mediante Pablo Martínez, libros a través del propio Laje, y streamings como La Misa del canal Carajo, conducido por las trollcitas VIP que se dedican al hostigamiento en Twitter, ahora X. Así, cubren todos los flancos comunicacionales (o descomunicacionales, en este caso) posibles.
Luego de haber leído el tuit citado, comencé a notar una seguidilla de publicaciones similares promovidas a modo de “nado sincronizado” por parte de cuentas troll con perfiles afines al oficialismo. Esta fake news no tardó en escalar hasta los medios hegemónicos tradicionales. El nexo entre el accionar de estas cuentas y su amplificación en medios televisivos que continúan fomentando ataques sistemáticos es La Derecha Diario, un pasquín que se va expandiendo en varios países como si de un cáncer en fase de metástasis se tratase.
Uno de los referentes de este medio es Javier Negre, periodista español vinculado al partido VOX, quien fue convocado por espacios paraestatales para formar parte de una estrategia (des)comunicacional, cuyo objetivo es deslegitimar cualquier forma de pensamiento crítico u opositor al actual gobierno argentino.
La Derecha Diario no tiene como finalidad informar, sino instalar noticias falsas que refuerzan los pilares ideológicos de la derecha radical. Este sector denosta las ciencias sociales y es alérgico a las contrastaciones empíricas. Su lógica comunicacional parte de la premisa de construir un enemigo: mujeres, miembros de la comunidad LGBTIQ+, personas de izquierda, militantes peronistas o cualquier actor que defienda políticas de igualdad social y ampliación de derechos. El argumento habitual es que estos derechos implican un gasto estatal excesivo (el gasto estatal que se utilizaba para tratamientos a niños con cáncer, hoy se destina a visitas de funcionarios del actual gobierno a Donald Trump).
Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo de una fake news si existen múltiples canales que podrían desmentirla de forma inmediata? La respuesta es simple: la noticia falsa se propaga rápidamente y su corrección, si llega, lo hace tarde y con escasa visibilidad. En el imaginario colectivo queda fijada la información falsa. Es habitual que al mencionar a una figura pública, lo primero que surja en nuestras mentes sea la acusación infundada que le adjudicaron por sobre su desmentida (cuando esta última apenas llega a conocerse). En muchos casos, se elige dudar de la desmentida.
Esta dinámica se vuelve aún más poderosa cuando la fake news es impulsada por un ejército de trolls organizados, por influencers pagos, youtubers con bots que manipulan la visibilidad en plataformas, un pasquín financiado con recursos estatales, medios masivos que llegan a audiencias no digitalizadas, y hasta por el propio presidente de la Nación. Es en este ecosistema donde la desinformación no solo se disemina, sino que se institucionaliza como arma de poder simbólico.
Ahora, ¿qué pasó con Cometierra? Si bien el ataque sistémico paraestatal cumplió su modus operandi, dicho ataque logró tener una contraofensiva. Mucha gente que había leído el libro pudo manifestarse y decir que era una obra literaria hermosa y que había que ser un enfermito si solo se detenían en la parte de la escena sexual que aparece en el texto. Además, otras personas de ávida lectura mencionaron casos de varones cis heterosexuales que habían escrito novelas con escenas de sexo y que no habían sido atacados por el conglomerado de la derecha rádical. Incluso el sitio Chequeado, que realiza un trabajo riguroso (y cuyo volumen de trabajo ha aumentado significativamente en el contexto gubernamental actual), desmintió que el libro en cuestión fuera material obligatorio en las escuelas primarias. Según explicaron, “los libros forman parte del programa Identidades Bonaerenses, lanzado en 2023, y fueron distribuidos en escuelas secundarias y de adultos para ser leídos con acompañamiento docente”, tal como se detalla en su catálogo oficial.
A este ataque se sumaron denuncias hacia el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires por supuestamente promover este libro en las escuelas primarias, anunciadas y festejadas en Twitter por el trollerío y las personas reales que (aún) son fanáticas de Milei. Porque sí, el objetivo final de este caranchaje era atacar (aún más) y debilitar la imagen de Axel Kicillof en vistas del año electoral y por ser uno de los miembros de la oposición que más mide en una provincia altamente peronista.
Es inconmensurable la cantidad de daño que se logra hacer con la promoción de una fake news. Dolores Reyes (la autora de Cometierra) no contó con un aparato paraestatal que la saliera a defender de los agravios. En un conversatorio al cual tuve el agrado de participar y compartir escenario, ella contó que hasta la persona que realizaba las tortas para los cumpleaños de sus hijos la llegó a bloquear de Whatsapp al enterarse de esta fake.
Pero en paralelo sucedía otra cosa: el libro que ya era conocido para un público lector, terminó siendo uno de los más vendidos del 2024, personas que no sabían de su existencia terminaron comprándolo, hasta el gobernador Axel Kicillof posó en una foto publicada en Twitter leyendo un ejemplar. Sin ir más lejos, a fines de junio del 2025 se anunció por medio del Instagram de Dolores Reyes la serie “Cometierra”, que se estrenará por Prime Video. Una producción argentina en tiempos de desfinanciamiento del INCAA (y de la cultura en general) no es poca cosa.
Como persona que ha sufrido doxeo (término proveniente de dropping docs, cuyo accionar es publicar datos personales para recibir hostigamiento) y ataques por parte de este grupo paraestatal financiado con altos fondos de dudoso origen, puedo concluir que más allá del mal trago de la instalación de varias fake news para barrer nuestra existencia, esa misma operación es una gran impulsora para darse a conocer. Luego del ataque que recibí fui convocada a programas de televisión para contar mi experiencia y poder poner en alerta e informar a muchas otras personas con pensamiento independiente que también estaban recibiendo hostigamiento.
Sin ir más lejos, la notoriedad de Lali Espósito ha ido in crescendo desde que el presidente de la Nación la hostiga. Gran parte de la falla de esta movida carancha es que supo ser demasiado obvia: han terminado tocando timbre a la hora de espiar y se han endulzado tanto que terminaron atacando hasta a los propios. La vicepresidenta Victoria Villarruel denunció el ataque de trolls cuando tomó decisiones que iban en contra de las ideas de Milei.
Cuando publiqué en Twitter que saldría la serie de Cometierra, no solo tuvo buena aceptación por parte de mis seguidores (y de gente que no me seguía), sino que muchas personas comentaron que aún no habían leído el libro, pero que verían la serie de todas maneras, que estaban expectantes.
Así es estimadas, un accionar, cuyo objetivo fue invisibilizar y borrar de las librerías la distribución de un libro, no solo terminó siendo de los más vendidos sino que se convirtió en un material audiovisual que se subirá a una de las plataformas de stream altamente consumida.
El doxeo, al parecer y en estos tiempos, es una nueva forma de marketing, ¿pero a qué costo?
Diseño de portada: Taiel Dallochio
