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Las drag queens, las reinas de la noche

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Hoy, 16 de julio, se celebra el Día Internacional del Drag. Esta fecha honra el arte, la creatividad y la valentía de la comunidad, que en Argentina tiene grandes exponentes. En esta charla con Vedette, La Kalo y Dixie Valentine, la construcción de su identidad a partir de la libertad y la aceptación, sus luchas para reafirmar la valoración en la escena porteña y la formación de un lenguaje propio: "Lo icónico en el drag de Latinoamérica es que es contracultural". 

Foto de portada: Victoria Eger


“Todo el mundo debería hacer drag en algún momento de su vida”, dice Vedette del otro lado del teléfono. “Es un ejercicio de romper normas y esquemas. Y justo ahora es lo que estamos necesitando”. Vedette es pionera en la escena drag en el país. Cantante y productora, su recorrido artístico se desplegó entre la tradición transformista y la invasión RuPaul.

Pero esta práctica data de mucho antes. Aunque es difícil señalar un origen unívoco, podemos situarla en la época victoriana, allá por el 1850. En ese momento las mujeres tenían prohibido -entre muchas otras cosas- participar del teatro. Por tal motivo, eran “hombres vestidos de mujeres” (en inglés, Dressed Ressembling A Girl) quienes actuaban en papeles femeninos.

Con el correr del tiempo el drag adoptó una forma explícitamente histriónica y muchas veces cuestionadora de las representaciones del género. También pasó a formar parte de un circuito disidente y subterráneo del entretenimiento, en espectáculos que presentaban actuaciones extravagantes de gays y de lesbianas que personificaban al sexo opuesto y competían entre sí.

Esa es la esencia que compartió con el arribo de la escena a la Argentina. Fue después de la última dictadura, cuando el under teatral empezó a explorar el transformismo escénico. Uno de los hitos más icónicos fue El Parakultural, un espacio artístico ubicado en el centro porteño. “De ahí sacamos muchas referencias, muchas guías. Juana Molina, Gasalla, Batato, Urdapilleta, Tortonese”, explica Vedette. 


Vedette por Dodi

Años después, en 2009, el entonces muy poco conocido RuPaul inauguró su reality para elegir a la “siguiente superestrella drag estadounidense”. Fue ese año también cuando Adam Stewart, fan del programa, escribió en su perfil de Facebook que faltaba una fecha “en el que en todo el mundo, en cada escena gay, tenga la oportunidad para celebrar y agradecer a los artistas del drag que tanto aportan a la vida y a la cultura”. Así surgió el 16 de julio como efeméride para homenajear la escena. Desde ese momento se celebra el Día Internacional del Drag. Y del programa ya sabemos el resto: un éxito arrollador, 18 temporadas ininterrumpidas, picos de rating, hordas de seguidores en todo el mundo, decenas de adaptaciones en distintos países. 

Vedette cuenta que durante esos años, también surgió Tongue Pop, donde invitaban a todo el mundo que tenía ganas de montarse y medirse en ese escenario a hacerlo: “Nuestra propuesta siempre era la de conocernos y de ampliar los escenarios. Así que ahí veíamos el programa, -que en esa época era difícil de encontrar- y lo subtitulábamos, los subtítulos los hacíamos nosotres. A veces teníamos dos días, pero otras veces no teníamos nada de tiempo y lo hacíamos igual. Lo proyectábamos y competíamos viendo la categoría de esa vez, de ese programa. Veíamos ese episodio argentinizando todo”.

“A mí el drag me hizo descubrirme”, asume La Kalo, drag, mostra, performer. “Empecé en Trabestia, eran lugares donde nos encontrábamos todas hipermontadas. Eran espacios seguros para explorarme, no solamente en lo artístico, sino como una manifestación política, para explorar mi género. Yo antes del drag no era una mujer trans, lo empecé a descubrir gracias a empezar a montarme. Y ahí entendí por qué estaba triste: cuando estaba montada estaba muy feliz y cuando estaba desmontada estaba muy angustiada. Y para mí eso era normal. La verdad que no, no era normal”. 

Esta artista fue parte de quienes empezaron a fantasear con empezar a montarse por ver RuPaul. Pero pertenecer era mucho más que encontrar su lugar: “Tuve que lidiar con que no te paguen lo que dicen que te van a pagar, viajar en el subte drageada, tener que esperar horas para que abra el tren, volver al conurbano. A veces no tener ni para el viático. De a poco entendí que el capitalismo no va a cambiar pero lo que podemos hacer es empezar a tener noción de que las pibas necesitan volver a su casa. Es redistribuir la riqueza entre nosotras también, mientras esperamos que el bolichero nos contrate, nos ponga en blanco. Porque hasta que eso pase, muchas se quedan en el camino”.

“De niña decreté ser la artista que quería ser, subirme a un escenario, hacer catarsis de todo lo que tenía en la cabeza y mostrarlo a un público que los disfrutara. Y acá estoy”. Dixie Valentine es performer de noche y una de las preceptoras de la Mocha Celis de día. Nacida en Paraguay y criada en Buenos Aires, empezó en la escena ni bien terminó el colegio. 



Ya desde ese momento entendió el poder que tienen las drag queens: “Nosotras somos termómetros en una fiesta, somos vanguardia, somos moda, somos fantasía, somos actos políticos en sí mismos. Por eso necesitamos comunicar y politizar, porque cuando tenemos un micrófono en mano tenemos el privilegio de decir lo que realmente queramos. Necesitamos hablar de las situaciones políticas de nuestro país. Hablemos de los sueldos, de las discapacidades, de las travas, de que hay muchas niñeces con hambre, mucho desempleo. Somos las verdaderas reinas de la noche y la monarquía de la noche nunca está callada, tiene que escuchar y hablar de lo que le sucede a la gente”. 

Esto es, para La Kalo, lo que hace que la construcción de la escena en el país sea diferente a la de Estados Unidos: “Para mí es realmente distinta la forma de vida, el tipo de vida, el tipo de arte. Vos pensá que acá las drags antes rayaban un ladrillo para maquillarse. El gen drag en Latinoamérica está en lo contracultural, en el humor, en el cabaret. Es puro impulso creativo. Porque ante la escasez, una resuelve”. 

Vedette coincide en que es un momento próspero para el drag: “Lo veo así porque es contracultura. Y en este momento que nos gobierna esta dictadura disfrazada y maquillada, en estos contextos tan negativos, la contracultura sale. Por eso es importante que tengamos una formación, saber cuál es el lugar que ocupamos, dónde estamos paradas, qué pensamos, qué decimos, cómo nos escuchan. El drag tiene mucho que decir. Y es un Caballito de Troya divino para comunicarle al resto que una en la adversidad también puede generar belleza, diversión y entusiasmo”. 

Para ellas el drag no es sólo una expresión artística, es también una herramienta de resistencia y empoderamiento, porque en las representaciones se celebra la diversidad y se lucha contra los prejuicios y estigmas que aún persisten en la sociedad. Esta cultura ha jugado un papel crucial en la lucha por los derechos LGTBI+. de hecho, muches afirman que la primera piedra en los disturbios de Stonewall -aquel evento en 1969 que desembocó en la 1° Marcha del Orgullo en Estados Unidos- fue tirada por una drag queen, Marsha P. Johnson. 

“Creo que siempre estuvimos luchando contra las injusticias, es parte de nuestra esencia", comenta Dixie y agrega: “Y nos pasa en cómo nos construimos también. Vos pensá que la drag es la costurera, la maquilladora, la que hace la performance, la que edita los temas, la que se edita los videos. Son 800 rubros en una sola persona. Y necesitamos que la gente, el público, tenga noción de eso. Obviamente cada drag también tiene que entender su valor y su poder para poder exigir lo que le corresponde. Por eso luchamos también”. 


Dixie Valentine

Para Vedette, parte del aprendizaje de adueñarse de la escena fue entender que no todo es brillo y alegría, que la competencia también responde a esquemas de poder: “Yo creo que hay que hacer un trabajo interno y entender que nos enseñan a competir, nos enseñan a que hay un solo lugar, una sola silla que ocupar, una sola reina. Esos esquemas que son imposiciones de la norma, no es la realidad. Ese es el trabajo que estoy haciendo ahora, de entender que no se va a salvar una sola, nos vamos a salvar colectivamente”. 

Fue por esto que la artista quiso crear un espectáculo que tenga este espíritu y así surgió DragaPaliza: un music hall queer en el Margarita Xirgu, un trabajo colectivo de demostrar que la comunidad disidente artística tiene mucho para dar. “Fue algo totalmente distinto lo que ofrecimos. Y eso repercutió en nuestras reflexiones, que siento que tanto recaen en este momento de individualismo. Entendimos que la respuesta va a ser colectiva. En la disidencia ya se está logrando, tiene que pasar a la normativa todas estas ideas, que por eso nos persiguen”, explica Vedette. 

La Kalo concuerda que existe una realidad que todavía se está construyendo: “Yo siento que aún no se sabe la calidad de vida que tenemos las drags. No se sabe cuánto gana una drag, ni cuánto debería ganar, el gasto que genera, el desgaste físico. Nadie vive tomando Gin Tonic en su oficina y nosotras sí. Y por más de que parezca inocente al comienzo, la verdad es que no lo es. Una cuando ya trabaja muchos años en la noche también tiene que aprender a cuidar su cuerpo”.

“Yo lo que quiero en el presente es que ningún artista más tenga que cambiarse en un depósito con una vela iluminándole”, comenta Dixie Valentine y sobre esto es tajante: “Nadie tiene que pasar frío en el invierno, no nos tenemos que conformar con cualquier cosa. Todo lo que ha sufrido una drag queen, un drag king que tiene años laburando de esto es un montón. Por eso tenemos que expresarnos y saber lo que valemos. Porque nosotras somos las reinas de la noche, sin nosotras no hay fiestas y es hora de que todo el mundo se entere”. 



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