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Caso Alexandra Sabio: más de 80 días sin saber dónde está su hijo

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Alexandra Sabio lleva más de 80 días sin saber dónde está Milo, su hijo de 5 años. La última vez que lo vio fue el 20 de agosto de este año, en el Jardín de infantes N° 65 de la provincia de Neuquén, donde era alumno. Seis policías armados, el juez Luciano Speroni y la psicóloga de la Defensoría del Niño irrumpieron en horario escolar y frente a la comunidad educativa lo arrebataron de los brazos de su mamá. 

Del otro lado de la reja de la escuela esperaba uno de los artífices del hecho: el padre de Milo, Claude Staicos, empresario de multimedios y Secretario de Prensa y Comunicación del gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa (puesto del que actualmente pidió una licencia sin goce de haberes dada la exposición del caso). Actuó amparado por un fallo a su favor de la Cámara de apelaciones en su demanda contra Sabio por, lo que alega, un impedimento de contacto con Milo.

“Apenas nos separamos, él ya me amenazaba diciéndome que me iba a sacar al bebé y que tenía los contactos políticos y judiciales para hacerlo”, cuenta Alexandra por teléfono, antes de una audiencia llevada a cabo el 16 de octubre contra todos los funcionarios judiciales y auxiliares que intervinieron la institución para llevarse a Milo. En esa ocasión los abogados pidieron que el caso pase a manos de la justicia federal, pero finalmente se desestimó el pedido por no haber suficientes motivos.

En una provincia donde la prensa local denuncia los hilos mediáticos que maneja su actual jefe de prensa, Alexandra lo enfrenta acompañada por una red de mujeres: su abogada Sara Barni de la ONG Red Viva, las diputadas Mónica Macha y Vilma Ripoll, entre otras figuras. “Si no hubiera sido por la cantidad de videos que hay sobre el episodio del jardín, solo quedaría la palabra de Staicos”, expresa.



Los hilos de la manipulación política y judicial

Durante el operativo, no solo se llevaron a Milo, también Alexandra fue agredida físicamente por la policía: la tiraron al piso, la esposaron y la arrastraron, mientras el niño se aferraba a ella. En el móvil policial, una oficial se subió encima de ella y la sujetó del cuello mientras la insultaba. Estas imágenes quedaron registradas en videos filmados por su madre y su hermano, que desmienten el acta judicial. Allí el juez Speroni la acusa de agredir a la policía y de tirarse al piso con su hijo para hacerlo llorar. También describe que los agentes redujeron a Alexandra, cumpliendo con sus propias órdenes.

A principios de octubre, Speroni se alejó de la causa al mismo tiempo que Claude Staicos pidió la licencia de su puesto de trabajo. El magistrado detalla en un escrito de excusación que la policía “desobedeció de manera abierta las directivas impartidas, exponiendo al niño a una situación de vulneración cuando justamente se había intentado –con todos los recaudos- evitar esa exposición”.

“Speroni falsificó un documento público. El día que hizo el acta no dijo lo mismo que ahora que se aparta”, detalla Barni. El 31 de octubre, tras matricularse en Neuquén, denunció al juez en la Magistratura de la Provincia. La abogada también presentó anteriormente una denuncia penal contra el gobernador Rolando Figueroa por “omisión jerárquica grave, aquiescencia y, subsidiariamente, encubrimiento agravado en el marco de privación ilegítima de la libertad, violencia institucional y abuso de funciones públicas, en perjuicio de Milo”.

Por otro lado, Staicos tiene tres intimaciones por parte de la jueza subrogante  para que Alexandra pueda hablar de manera virtual con Milo, además de las multas de IUS. Pero no respondió a ninguna. Y fue a raíz de la primera intimación que se enteraron que ya no estaba viviendo en el domicilio que figuraba en el expediente donde inició la demanda por el giro de cuidados. Ante el silencio, la abogada se vio obligada a presentar otro habeas corpus a casi dos meses de que se llevaron al niño.

Alexandra pasó el Día de la Madre sin Milo. El sábado publicó un video repudiando una foto que circulaba en redes donde aparece su hijito en una reunión de adultos junto al gobernador Figueroa y su progenitor. “Lo exponen como un payaso. Estoy luchando por verlo y Claude Staicos aún no se presenta en la justicia”, comparte con la voz a punto de resquebrajarse.



Crónica de una violencia vicaria

Tres años pasaron desde la sentencia de primera instancia que instaló una custodia compartida entre Staicos y Sabio. Ese periodo de tiempo para Alexandra fue una suma de causas y más causas judiciales. “Todas las veces que él depositó la cuota alimentaria fue porque con mis abogados lo denunciábamos cada tres meses”, detalla.

El empresario terminó en el registro de deudores alimentarios y en mayo de este año embargaron su cuenta bancaria por 2 millones de pesos. Además en su legajo figura una causa penal por incumplimiento de deberes de asistencia familiar ya que no cumplía con las instancias de reunión con Milo.

El vínculo entre padre e hijo tampoco era sano. Alexandra recuerda que durante el primer régimen de visitas a su hogar, los días martes, jueves y sábados, su madre y ella misma eran insultadas y amenazadas por su ex pareja. “Milo lloraba de estrés las horas que él estaba con nosotros”, añade. Por ese motivo terminó siendo atendido por un neurólogo, dado que según su pediatra no se comportaba acorde a su edad.

Pero a pesar de estar incumpliendo con el pago de la cuota alimentaria y negando el token de la obra social de Milo que le permitía atenderse en la clínica, Claude insistía con un giro en su cuidado. Además, según reporta Alexandra, el hombre realizó denuncias falsas contra sus amigas y su familia. Menciona: “Le abrió un legajo a una amiga por supuestas amenazas de muerte. Jamás pasó eso”.

Cuando se busca el nombre de Alexandra en Google uno de los primeros resultados es una página web titulada “La verdad de Milo”. Allí el equipo del progenitor se encarga de actualizar sobre el estado del niño. Reportan que “es feliz viviendo con su familia” y “reconectando con su hermana y sus abuelos paternos”. A la vez, la plataforma también se utiliza para difundir información sobre Alexandra de manera peyorativa, señalando que M llegó a su nuevo hogar con “frases que no corresponden a las de un niño de su edad, como que está preocupado por los mapuches o que tiene que ir a la marcha”.

Amparado por la ONG de Padres de Cuenca y Río Negro -una agrupación de hombres que “enfrentan” las denuncias hechas por sus ex parejas hacia ellos- Staicos y sus miembros la acosan hace años. “Crearon perfiles falsos de mí y compartían la dirección de mi casa. Me acusaron de ser una viuda negra. Todo esto en un contexto en el que yo estaba re mal psicológica y emocionalmente”, relata la mujer, quien sufrió de estrés postraumático. Apenas nació Milo y con la intención de separarse, Staicos la mantuvo cautiva en su hogar por cinco días hasta que llegó la policía gracias a un amigo que alertó a la familia sobre su situación. Este hecho lo confirmó el propio Staicos en una de las audiencias por impedimento de contacto.


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A pesar de aquellas declaraciones de la web sobre la felicidad del infante, según cuenta su mamá, él ya no está yendo a la escuela ni viendo a sus amigos. “Hice un acta en el Consejo Provincial de Educación sobre que llevaba más de un mes sin ir a clases aún estando inscrito en el sistema del Consejo Provincial de Educación”, declara. La respuesta de la justicia fue que el cuidado unilateral lo tenía el padre y que él era el que tenía que responsabilizarse  de su salud y escolaridad.

 “El código exige que para esas medidas extremas haya fundamentos y acá no los hay”, expresa Barni. Y añade: “Todos los informes del jardín donde iba y el psicólogo declaran que estaba en excelentes condiciones. Una reversión de tenencia no implica que la madre no lo pueda ver”.

La lucha es entre todas

Alexandra no fue la única persona a la que se aferró Milo. “Cuando me llevaron a la comisaría, la directora del colegio, Rosa, me contó que mi hijo la abrazó como un koala y pedía que no se lo llevara su papá”, recuerda. Es a ella a quien acudía diariamente para preguntar por la escolaridad del niño, hasta que un mes después de los hechos terminó renunciando. “Me pedía perdón por no haber hecho nada más. Dijo que Staicos la amenazaba con abrirle un sumario si no lo soltaba”, agrega Sabio.

La búsqueda de Alexandra por volver a tener contacto con Milo llegó a proponerse como proyecto de resolución en la Cámara de Diputados. Los firmantes son Mercedes de Mendieta, Juan Carlos Giordano, Vilma Ripoll, Christian Castillo y Alejandro Vilca. Se pide que “el niño M. debe permanecer junto a su madre, garantizando su derecho a vivir y desarrollarse en su núcleo familiar, a mantener vínculos afectivos significativos”.

En el documento detallan que es un caso de violencia vicaria, donde “la violencia ejercida contra la madre se trasladó sobre el niño”. Así los hijos e hijas se vuelven un instrumento para dañar y controlar a las mujeres. También se alega que el accionar de la justicia neuquina y Staicos atenta contra lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 9), la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (arts. 3, 8 y 9) del Código Civil y Comercial de la Nación (arts. 651 y 653).

Sara, que llegó al caso de Sabio después de lo del jardín de infantes, admite lo grave y dificultoso de enfrentar a Staicos debido a su poder mediático y el amparo de la justicia local. “La mayoría de los que están actuando lo hacen con mucho miedo. A Sonia Tessa, periodista de Página 12, le bajaron una nota sobre Milo”, cuenta. Junto a Alexandra pudieron ser entrevistadas en América TV, en el programa de Karina Mazzocco. El video puede verse por Youtube pero el link de la página web está desaparecido.

Como una bola de nieve, la versión de Alexandra empezó a difundirse por fuera de los grandes medios, a través de las radios y los diarios pequeños de la zona y también del boca en boca de sus vecinos. “Soy una persona creyente. Creo en Dios y tengo muchísimo acompañamiento. Sé que tengo el respaldo con el que otras mujeres no cuentan para hacer conocida su historia”, comparte.

Añade que cuando se acerca a las marchas de mujeres, las madres que están en una situación como la de ella la reconocen y le piden consejo. Otras le escriben desde distintas partes del país, desde Córdoba y Santa Fe hasta pueblos y parajes chicos del Sur. “Me duele leerlas. A veces no sé qué responderles porque también estoy en la misma”, expresa.

Alexandra comenzó a tener ataques de pánico y estuvo un año encerrada en su casa después de haber sido secuestrada por Staicos en el 2020.  Una noche su mamá llamó a la línea 144. “Me dijeron que estaba sufriendo violencia de género y también institucional”, dice Alexandra. Así fue ingresada a un programa de contención de víctimas que le permitió ser atendida por una psicóloga y además conocer agrupaciones de mujeres de Neuquén.

Durante una de las reuniones con voluntarias del programa, otras víctimas y mientras Milo jugaba con un grupo de niños y niñas, Alexandra recuerda haberles dicho a sus compañeras: “No sé qué hubiera sido de mí si no me hubieran encontrado”.



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